Empecemos por la definición. Los rodapiés, también conocidos como zócalos, son unas piezas de diferentes materiales que se colocan en la base de paredes y tabiques y cuya finalidad no es otra que proteger la unión de suelo y pared de golpes y rozaduras, proporcionando además un elemento estético más al espacio.
Su instalación no tiene mucho truco. Simplemente hai que tener paciencia y precisión a la hora de colocarlo.
Lo primero que haremos es medir el perímetro de la habitación para saber cuantas piezas de rodapié necesitaremos y cuantos clips de fijación (también se puede utilizar masilla).
Una vez determinada la cantidad de clips de fijación que necesitamos y la distancia entre los mismos, procederemos a marcar la altura a la que colocaremos los tornillos para fijar los clips a la pared. Con una broca de métrica 5, haremos los agujeros. La distancia que se suele estimar como apropiada entre los clips de fijación es de unos 25-50 cm.
Con el propio taladro, colocamos los clips de fijación.
A continuación procedemos a la colocación de las piezas de rodapié. Los lados de las piezas que coincidan con los lados de la pared debe ser serrados a 45º para su posterior encaje. Para ello, utilizaremos un inglete con la inclinación indicada y serraremos. Debemos tener en cuenta que los lados coincidentes con marcos o tabiques deben ir rectos.
Para colocar el rodapié, aprovecharemos la ranura de la propia pieza y la encajaremos en lo encajaremos en el clip de fijación. Si hubiese cables, aprovecharíamos el espacio que queda entre el clip de fijación y el suelo para colocarlos en él.
Para que el resultado sea óptimo debemos ser muy estrictos con las medidas y la perfección de los cortes. Si no fuese así, la colocación seguramente presentará alguna irregularidad.
Lo dicho, mucha paciencia y cuidado al hacer el trabajo.